EXTRAÑOS CORTOS RELATOS

El blog recopilatorio de las idas de pinza de Mortfan1

5 nov 2009

Padres REMAKE

Algun@s recordaréis Padres, una extraña corta crítica en tono de humor a nuestros queridos progenitores.
Me temo que, ante el destino implacable, me veo obligada a anunciar que pronto yo formaré parte de sus filas. Un pequeño Yoda crece en mis entrañas(aunque espero que no sea de color verde...) y un acojone variado se extiende por todas mis venas.
Al principio te hace hasta gracia tener náuseas mañaneras y mareos inesperados. Se te queda una sonrisa estúpida prendida en la cara, a juego con la que se te pone cuando alquien te dice "vas a ser mamá..." como si en vez de habérselo dicho tú hubieran descubierto El Dorado por sí mismos. Pero pronto empiezan las críticas:
- ¿Y le vas a dar pecho?
- Sí señora, porque es lo más natural, lo mejor para el niño y lo más barato, qué coño.
- Bueno(cara de asco e incredulidad) será si puedes, porque hay muchas mujeres que no tienen leche...
Señora, primero eso es mentira y segundo, ¿eso son formas de animar a la gente?
- Ay, habrá que ir ahorrando para el bautizo(voz de resignación)
- No señora, no l@ voy a bautizar.
- ¡Mujer, cómo no vas a hacerlo! Pero si es costumbre...
¡Joder señora, acabo de decirle que puede ahorrarse el dinero del bautizo y encima se queja!
Y es que la gente no sabe lo que quiere. Además, suelen ser las mujeres las que se meten en estas cosas. Sobre todo las que son madres de hace mucho tiempo o no son madres. Será que las del grupo que está en medio están hastiadas y simplemente se alegran de no ser ellas el centro de atención...
Además, ¿qué les importa si yo bautizo a mi hij@ o no? Eso irá según mis creencias religiosas ¿no? Pues la mejor excusa es:
- ¿Y si el niño muere? No irá al cielo...
Señora, si el dios que nos rige es uno que permite que muera mi hijo sin cometer pecado alguno(vamos, digo yo que es imposible) y se queme eternamente en las llamas del infierno... está mejor allí. Al menos, con el diablo siempre sabes a qué atenerte...
Y así con todo.
El problema es que te hace plantearte si realmente la gente acaba haciendo las cosas "de costumbre" por no escuchar a los demás. Quiero decir, después de nueve meses de embarazo, un parto(que aunque transcurra bien tienes que expulsar un niño por la vagina. Se dice fácil...) y el acojone propio de todo padre primerizo... amén de las primeras noches sin dormir... encima tienes un escuadrón de mujeres diciéndote lo que tienes o no que hacer ¿no dirás simplemente "vale, bautiza al niño, ponle pendientes a la niña, tatúales un dragón en la espalda... pero por favor, lárgate y déjame tranquila"? ¿Acabaré sucumbiendo a la presión como tantas otras madres antes que yo? ¿Qué me hace pensar que soy más fuerte?
Pero no, me niego a que me mangoneen y hagan lo mismo con mi hij@. YO, y en todo caso su padre, soy la única que tiene derecho a hacer tal cosa.
Y l@ educaré lo mejor que sepa, l@ dejaré decidir cuando tenga edad para ello, jamás ojearé su diario o su facebook o lo que se lleve entonces, no seré una madre restrictiva que diga "¡¡¡a ver si voy a tener que ir yo!!!" o "¡En mi casa mis normas!", y nunca, nunca, nunca... criticaré a sus amistades o sus novi@s...
Y vosotr@s diréis, "ya claro, y la paz mundial y que nadie pase hambre ¿no?"... y probablemente tengáis razón. Es posible que acabe formando parte del escuadrón de padres enloquecidos por el poder y la sed de victoria frente a sus hij@s. ¿O no?
Sólo el tiempo lo sabe...

1 nov 2009

19 de diciembre ¿Camiseta?... Roja

Viento. Frío. Nieve. Árboles.
Cuando paseas por el parque, en soledad, el día de navidad, puedes esperar innumerables cosas. Que te atraquen, que te maten, te violen... o que simplemente no te ocurra nada porque todo el mundo está en casa celebrando las fiestas y lo más grave que te lleves a la cama esa noche sea un congelamiento parcial de pies.
Sin embargo jamás podría haber imaginado lo que realmente me ocurrió...
¿Que qué ocurrió?
Muy bien, empecemos por el principio...

El día comenzó como de costumbre: conmigo tirándome de la cama para conseguir levantarme tras media hora de "cinco minutitos más". Podría criar pingüinos en ese universo helado que es mi piso por las mañanas, sale vaho de mi boca y los pies se pegan al suelo igual que la lengua al hielo en una película cómica. Me lo planteo seriamente mientras desayuno el café calentito que me hace volver a ser persona un día más.
Me cuesta decidirme a quitarme el pijama y ponerme la ropa para ir a trabajar aunque finalmente lo hago a toda prisa, pues ya llego tarde. Tras coger mis bártulos a velocidad absurda y envolverme en mil vueltas de bufanda roja de punto salgo corriendo para no perder el autobús que me llevará hasta mi celda diaria.
- ¡Janssen!- vaya, el jefe está enfadado. Si no, no me llamaría por mi apellido- ¿Otra vez tarde?- noto que se fija en mi aspecto poco convencional, su mirada me recorre de los pies a la cabeza, donde se detiene con desagrado- ¿Y con esas pintas? Por el amor de una madre, eres la única mujer que conozco que sería capaz de vestirse con unos pantalones dos tallas más grandes, un jersey raído de color indefinido, una bufanda que parece hecha para toda una comunidad y con un zapato distinto en cada pie.
- Señor, hay mucha gente que lleva zapatos diferentes...
- Puede que sí lleven deportivas de colores distintos, pero tú llevas una deportiva nike negra en un pie y una bota de agua amarilla en el otro...
- Es parte de mi estilo creativo...
- Y tienes suerte de tener gran estilo creativo... pero como vuelvas a llegar tarde me cabrearé de verdad ¿entendido Janssen?
-Sí jefe.
Mientras el oscuro dueño de la mazmorra se aleja aún furibundo, un adonis se acerca por mi espalda . Pelo oscuro y ondulado, ojos color jade, olor seductor a colonia de categoría.
- Andrés- me doy la vuelta y me dispongo a abrazarlo, pero él se aparta de mí dulcemente y me mira con reproche.
- Pensé que vendrías anoche- su voz suena dolida.
- Sí, pero estaba agotada.
- Siempre estás agotada. Hace meses que no quedamos más de una hora fuera del trabajo y no quiero pensar en cuanto hace que no tenemos relaciones.
- ¿Sexo?¿Aún existe eso?- intento bromear y quitarle hierro al asunto pero no funciona.
- Tengo que saber si estás conmigo, Sara. A tiempo completo.
- Andrés... Yo...
- Pues entonces tú y yo no tenemos nada que hacer juntos.
Se va dejándome ligeramente apesadumbrada y me siento en mi silla con un enorme suspiro trágico.
- ¿Otra vez lo habéis dejado?- levanto la mirada y veo al hombre que acaba de acercárseme.
- Sayid ¿estabas escuchando a escondidas?
- ¿A escondidas? Toda la oficina ha podido escuchar el portazo que Andrés ha dado al rendirse de nuevo en su empeño en conocerte.
- No ha dado ningún portazo.
- Metafóricamente, Sara...- me mira con sus grandes ojos negros mientras un rizo le cae graciosamente sobre el puente ligeramente arqueado de su arábiga nariz- Toma- veo cómo me tiende la pareja de la bota de agua que luce mi pie derecho- Es mejor esto que las deportivas, hace demasiado frío.
- ¿Cómo sabías...?
- Tengo siempre una pareja de deportivas y de botas de tu número- lo miro extrañada- Siempre vienes con ellos desparejados en el momento menos oportuno, así que si lo necesitas de verdad como hoy, puedes cambiarte.
- ¿Y cómo sabías que tenía unas botas amarillas?- pregunto mientras me cambio.
- No lo sabía. Esto sí es una casualidad. De nada.
- Gracias.
- Debería volver al trabajo antes de que al jefe le dé una aplopejía- sonríe seductor- Y tú deberías comenzar.
Se aleja despacio y echa una última mirada atrás, encontrándose sus ojos y los míos. No puedo evitar sonreírle en ese momento. Sayid es de origen algo así como árabe, aunque no sé exactamente de dónde. Su abuelo era iraní, iraquí, afgano, turco... no son el mismo pueblo y originariamente creo que ni la misma raza pero ya sabéis... si lo dices en España, todo son moros. Sin embargo, no puedo imaginar persona más dulce que él, ni más atea, tanto que se dice de los "moros" que si son todos extremistas religiosos... Mucho ver la paja en el ojo ajeno es lo que hay en este país. Huele a bizcocho recién hecho y a chocolate caliente...
Me concentro en mi trabajo y mantengo mi mente en los proyectos en los que estoy trabajando. Antes de irme, lo invito a cenar en mi casa. Él está solo, yo estoy sola... no me parece tan mala idea... Ante mi sorpresa, acepta encantado y queda en venir a las 10. Él traerá el vino y el postre.
Salgo apresuradamente para comprar algo de comer y veo la mirada enfurecida de Andrés. La verdad, ya me tiene harta de tanta tontería ¿es tanto de pedir una amistad y un poco de sexo ocasional?
Son las 9 de la tarde y ya es noche cerrada. La nieve cubre la carretera y no me parece inteligente coger un taxi, con el tráfico que hay así que, cargada de bolsas, me dispongo a atravesar el parque con total decisión y rapidez.
Mis botas amarillas chapotean en los charcos semicongelados mientras la nieve cubre mi cabello y el viento azota mi rostro, ya casi azul. Dejando las bolsas en el suelo un instante compongo mi imagen cubriendo mi cabeza casi por completo con la bufanda. Aún sobra un buen trozo para cubrir el cuello e incluso el pecho, por dentro del abrigo. Me encanta esta prenda. Silenciosamente, un champiñón se desliza de la bolsa hasta el suelo embarrado. Cuando recupero mi compra, lo veo allí caído. Se me escapa una maldición pero, al fin y al cabo, sólo es un champiñón pequeñito. Lo dejo allí.
Sigo mi camino a paso rápido, la nieve empieza a caer fuerte de verdad, apenas se puede ver unos pasos por delante de mí.
"Corre"
Me doy la vuelta con rapidez y miro a mi alrededor. ¿Son cosas mías o alguien acaba de susurrarme al oído? Allí donde había estado un momento sólo había una sombra, aunque parecía crecer. Me río de mí misma, la imaginación me está jugando malas pasadas.
"Corre"
"¿A qué estás esperando?"
Me vuelvo de nuevo. Frente a mí no hay nada. Comienzo a inquietarme ligeramente. Retomo el paso, acelerando para alcanzar cuanto antes el fin del parque y llegar lo antes posible al refugio seguro que es mi piso.
Oigo un crujido detrás de mí.
Me detengo. El hielo se agolpa en mi cara, cual lágrimas derramadas, aunque ni una sola ha escapado a mi control. Me doy la vuelta lentamente. La sombra ha crecido.
"Corre"
"Tienes que irte"
"No esperes. Corre"
Las voces susurran a mi alrededor pero, aunque miro a todas partes atemorizada, no veo a nadie. La sombra sigue creciendo. Parece que se acerca. Estoy completamente paralizada por el miedo, creo que me estoy volviendo loca. La sombra sique acercándose. Para mi inmensa sorpresa un enorme champiñón gigante aparece ante mis ojos.
- Pensabas dejarme aquí tirado- me acusa con voz de ultratumba.
"Corre ¡Corre!"
Hago caso finalmente a las voces y echo a correr totalmente atemorizada, las bolsas abandonadas en la hierba con su contenido desparramado por entre las hojas escarchadas.
Llego finalmente a mi portal y allí está Sayid con expresión preocupada. Me ve y me sonríe, pero al ver mi rostro la preocupación vuelve al suyo.
- Sara ¿estás bien?
- Sí, sí, creo que sí.
- ¿Seguro? No tienes muy buena cara.
- Subamos por favor.
Tras una ducha relajante y un café que él ha tenido la amabilidad de preparar, todo comienza a estar mucho mejor. Le cuento lo ocurrido y él me mira con expresión extraña.
- Crees que estoy loca.
- No. Creo que estabas sola, de noche, en el parque oscuro y que tienes demasiada imaginación.
- Puede ser, pero la cena se ha quedado allí.
- Esperemos que lo encuentre algún mendigo, al menos servirá de algo- ríe mientras me abraza- Podemos tomar directamente el postre. He traído bizcocho.
- Tú hueles a bizcocho...
- Entonces puedes comerme a mí- sus ojos brillantes se clavan en los míos y nos besamos con increíble dulzura.

A partir de aquí, la clasificación es X y personal, así que no seguiré contando. Él es lo que siempre he buscado en un hombre y ni siquiera lo sabía: un amigo con sexo ocasional al que no le molesta la situación. La mayoría de los hombres dicen que no les molesta, pero acaba por fastidiarles que tú seas más independiente que ellos...
Y sí, me he quedado con esto. Porque cada vez que pienso en el parque y en champiñones gigantes me dan ganas de ingresarme voluntariamente en un psiquiátrico y no eran esos los planes que tenía para mi futuro.
Por si acaso, cada vez que voy por el parque, me llevo un mechero de cocina. Si un champiñón gigante vuelve a amenazarme... al menos lo gratinaré. Como que me llamo Sara Janssen.




Para entender el título del texto clickar aquí...

14 oct 2009

El maltrato más peligroso es el que no se ve

Este texto no es mío. Lo ha escrito una forera aquí y cuando lo he leído he visto todos mis miedos respecto al parto reflejados en él. Por esto, quería compartirlo con tod@s, especialmente con las mujeres. Si todas nos hiciésemos valer, estas cosas no sucederían y aún mucho menos serían vistas como normales.


Érase una vez un país en el que las mujeres hechas y derechas dejaban de serlo aproximadamente en la semana 2 de su primera gestación. Ya nunca volvían a ser ciudadanas de primera categoría. A partir de este momento se sucederían todo tipo de reproches hacia su persona; curiosamente por los ginecólogos y matronas que las atendían en las consultas llamadas de salud del embarazo. Se las trataba bruscamente y sin educación, regañándolas por haber comido demasiado o demasiado poco, por hacer mucho ejercicio o no guardar bastante reposo, agobiándolas con predicciones apocalípticas de placentas demasiado bajas, líquidos insuficientes o excesivos, niños que engordaban a un ritmo frenético o no engordaban en absoluto, y todo aquello siempre era culpa de la gestante. Así que las futuras madres, deseosas de que sus hijos estuvieran a salvo, tragaban con todas estas reglas, con los ataques personales, y no reclamaban cuando el ginecólogo apuntaba la altura uterina, el peso o la tensión sin siquiera levantar la mirada y menos sus sagradas posaderas del sillón despidiéndolas con un “a ver si para la próxima visita no engordas tanto”.

Pero lo peor era que aquellos no eran casos aislados, era lo normal y toda la sociedad lo percibía como correcto. Todo esto tenía una razón, y es que así llegarían totalmente infantilizadas y faltas de sentido crítico al final del embarazo, acatando sin rechistar cualquier disposición médica, aunque fuera claramente en contra de su salud y la de su bebé.

Para el parto ya estaban completamente ganadas para la causa, convencidas de que la inducción el lunes por la mañana (aunque le quitaran varias semanas de gestación a su hijo y luego ingresaría en neonatología para suplir los días que faltaban en su desarrollo) era lo más conveniente para ellas (y para el hospital), de que los dolores provocados por la oxitocina artificial eran el merecido castigo por no dilatar (pues aun no era el momento para que naciera su hijo), de que obligatoriamente se les tenía que subir encima una matrona de 100 kilos, ya que ellas no sabían empujar (¿y cómo podrían hacerlo?, si estaban tumbadas boca arriba, desprovistas de la fuerza de la gravedad) y de que la episiotomía era imprescindible para que saliera su hijo (en el brevísimo plazo que establecía el protocolo del hospital, no fuera que el paritorio se ocupara demasiado rato y atendieran menos partos al mes).

Hace relativamente pocos años se dispuso un caramelito para distraer a las féminas y de paso, ganarse su confianza. Esto se llamó inocentemente epidural, y tenía doble ventaja, porque las propias mujeres hicieron la mejor publicidad, ensalzando sus supuestas virtudes y sin publicitar los contras (como hacen todos los grupos sometidos cuando se les brinda un poco de atención) y además permitía realizar todas las prácticas habituales impunemente, porque la parturienta no debía sentir nada.

Y como no sentían nada, se les podía romper la bolsa sin preguntar (para recoger el líquido cuando viniera mejor a los turnos), suministrar oxitocina artificial diciéndoles que era suero, prohibir moverse de la camilla (para que no tuviera que acudir una matrona a recolocar los registros), aislarlas del acompañante (para que no hubiera testigos de su iatrogenia), manipular las zonas más íntimas de su cuerpo con brusquedad (porque el equipo tenía prisa en acabar), sostener a su niño lejos de ellas (porque ellas no sabían cogerlo adecuadamente). Vamos, se permitía casi cualquier cosa. Pues todo esto dolía (sobre todo a posteriori) y provocaba muchos problemas físicos y psíquicos (la famosa depresión postparto, que también era culpa de la mujer, no de la desatención de los obstetras y matronas, por supuesto).

Y sí, efectivamente, este país es España. Cada día se producen más de 1300 nuevos casos de violencia contra las mujeres, concretamente contra las que se encuentran de parto.

Hace mucho que se sabe que la mejor manera de controlar a un grupo de población es doblegarlo en aquellos momentos en que más indefenso está.

Cada vez que se le dice a una puérpera “pero ¿de qué te quejas?, si tienes un niño precioso” o “hija, ¿qué te pensabas que era tener hijos?” o bien “no llores por los puntos en tu vientre (o en tu periné), que se los dan a todas” estamos perpetuando el maltrato, estamos normalizando una situación de sumisión y eliminando cualquier posibilidad de objeción.

Pensemos en ello cuando nos llevemos las manos a la cabeza ante los casos de ablación genital de países del 3er mundo. Quizá no estemos tan lejos como creamos de esas culturas.


Por favor, no nos equivoquemos. La OMS desaconseja todas estas prácticas y numerosos estudios científicos avalan la no-utilización de ninguna de estas cosas por rutina. La episiotomía(cortar a la mujer para que salga la cabeza del niño), por ejemplo, no está aconsejada en más de, como máximo, un 10% de los casos. En España se hace a un 90% de las mujeres que tienen su primer hijo. Esto no es una "locura" ni "declaraciones de gente enferma" como dice el impresentable del dr. Estivill. Son declaraciones apoyadas en estudios científicos y en cuestiones claramente demostradas desde hace más de 25 años.

9 oct 2009

Gemelos: el inicio de una tradición

Fabio estaba encantado con sus hijos adoptivos.
Se maravillaba de cómo Marcus podía levantar toda la tierra del campo y hacer surcos tan rectos como milimetrados en apenas unos minutos y hectáreas eran sembradas en sólo una mañana.
Su asombro aún crecía cuando veía a Marius razonar con las ovejas hasta convencerlas de que no perdieran unas la pista de otras.
Había encontrado aquellos gemelos abandonados en el bosque aún recién nacidos y mil veces había dado gracias a los dioses por el descubrimiento, pues habían paliado su soledad siendo los hijos que nunca había tenido a la vez que hacían su granja la más fecunda de la zona.
El pueblo sufría bajo los abusos del tirano que ostentaba el poder. Los desconsolados campesinos veían temporada tras temporada cómo el ejército real se llevaba sus cosechas y los sumía en el hambre y la desesperación. Un buen día, un grupo de soldados del rey acudieron a la granja de Fabio por segunda vez en un mes.
- ¿Qué es lo que deseáis, buenos señores?- preguntó el granjero, saliéndoles al paso.
- Venimos a buscar el diezmo- graznó un soldado de aspecto adusto.
- Pero señores- imploró Fabio al tiempo que Marcus salía de la casa, con la tez seria y se ponía a su lado- Ya lo entregamos. Si nos quitan el resto, moriremos de hambre.
El soldado rió y, haciendo una seña a sus compañeros, se dispuso a tomar aquello que habían venido a buscar. Mas la sonrisa se heló en su rostro en cuanto Marcus tomó su brazo y apretó con fuerza, rompiendo todos sus dedos. Gimió desesperado mirando al joven granjero con ojos vidriosos. Marcus soltó al soldado al tiempo que otros lo atacaban, pero fue en vano. Uno a uno fueron cayendo bajo los poderosos puños de fuerza inhumana. Intentar moverlo era como intentar deslizar una montaña y se oían los huesos crujir al golpearle los atacantes.
Cuando los restantes soldados se recuperaron de la sorpresa y se dispusieron a atacarlo con armas punzantes, un aullido escalofriante recorrió el horizonte. Los hombres, aterrorizados, volvieron la vista a la colina y más de uno huyó al ver lo que se presentaba ante ellos. Un hombre exactamente igual al que estaba destruyendo sus fuerzas se encontraba en lo alto de la loma, acompañado de un rebaño ovino mezclado con lobos feroces que gruñían y enseñaban los dientes. Hasta las ovejas parecían peligrosas bajo el aura de aquel demonio. Con un último grito se lanzó contra los que aún permanecían allí, paralizados por el miedo, junto a su ejército animal. Los herbívoros llevaban a los hombres hasta las fauces de los lobos o confundían los movimientos de los soldados para que sus compinches carnívoros remataran el trabajo. Marius golpeaba a la velocidad del rayo y Marcus con la fuerza de la tierra. Sus aliados animales persiguieron a los fugados dando buena cuenta de sus presas.
Todos los soldados ante ellos murieron aquel día.
No contentos con esto, pues bien sabían que volverían y en mayor número, los hermanos, concluyeron que lo mejor era perseguirlos y terminar de una vez por todas con el maldito régimen.
Así, se pusieron en camino dotados de luz propia. Uno capaz de destrozar regimientos enteros con sus manos desnudas, el otro ejerciendo su control sobre cada animal viviente. El padre de éstos, viendo lo que los muchachos podían hacer, llamaba de puerta en puerta para que todos sus vecinos fueran testigos de lo que iban a vivir y los campesinos, hartos hasta el hastío de la expoliación gubernamental, los seguían armados de horcas, hoces y demás aperos, prestos para entrar en batalla junto a estos súper hombres.
El rey, de gran envergadura y ataviado con broncínea armadura, esperaba al grupo rebelde en el bosquecillo que rodeaba el pueblo.
- Veo que ya habéis llegado- dijo sonriendo- ¿Sorprendido?- preguntó al ver la expresión de Marcus- Suerte que tenemos soldados cobardes que se esconden a esperar la rapiña de sus compañeros ¿verdad? Así pueden avisarnos...
- Se nos escapó un gusano- dijo Marcus con voz seria.
- Efectivamente. No te preocupes- rió - lo castigamos, por supuesto.
- Lo suponía. Ninguno tenéis honor.
- Pero tengo esto- dijo con una sonrisa amplia, al tiempo que señalaba tras de sí y diez guerreros férreos salían de sus escondrijos- También tengo mil soldados esperando mis órdenes en el valle... pero no creo que sean necesarios- y tras terminar su discurso dio la orden de atacar.
Ambos hermanos unieron sus fuerzas. Marcus golpeaba con la fuerza de un huracán y Marius con ardor animal. Por un momento, uno de sus contrincantes creyó ver afilados colmillos adornando su sonrisa y esto lo aterrorizó de tal modo que erró en su ataque, dándole al gemelo la oportunidad que esperaba.
En menos tiempo de lo que se tarda en contarlo, los jefes guerreros estaban muertos y los hermanos, cubiertos en sangre, miraban con ojos enloquecidos al rey.
- No es posible- balbuceaba éste atemorizado.
- Es tu hora- gruñó Marius antes de que un aura terrorífica rodeara su cuerpo, dándole verdadero aspecto de bestia.
Aunque intentó escapar, fue en vano.
Consiguió exhalar un grito antes de que Marius lo alcanzara y hundiera los afilados colmillos en su real cuello.
Marcus bramó y se lanzó contra los soldados que ya corrían loma arriba para socorrer a su rey. Todos y cada uno de los campesinos lo imitaron formándose una cruenta batalla. Pocos se atrevieron a enfrentarse a él tras ver cómo los primeros que lo habían atacado caían en grupos a un solo golpe de su brazo. Y la imagen de cientos de campesinos enloquecidos por la sangre y la supuesta invulnerabilidad de su comandante no era más halagüeña.
Muchos murieron aquel día.
Marcus se acercó, sudoroso y con una sonrisa temible, a Marius y se agachó junto al cuerpo tendido del rey.
- ¿No lo has matado?- espetó.
- No- fue la escueta respuesta.
Se apartó para que su hermano pudiera comprobarlo y se puso en pie. Con estupor vio cómo Marcus agarraba al inconsciente rey como si fuera un pelele y lo acercaba a su rostro.
- ¿No lo has matado?- repitió- Yo haré el trabajo por ti- con una risa demente estrelló la cabeza del rey contra el suelo y se bañó con su sangre.
- Pero ¿qué has hecho?- preguntó mirando aterrorizado el cadáver.
- ¿Acaso pensabas que íbamos a dejarlo ir tan tranquilamente?
- ¡Estaba indefenso!- el estupor de Marius había sido sustituido por una ira sin límites- ¿Es que no tienes honor?
- No sabía que tenías tantos escrúpulos- rió con fuerza- Mira a tu alrededor, hermano, ¡somos dioses! No tenía idea de que teníamos tanto poder pero ¿te imaginas lo que podríamos hacer?
- ¿Estás loco? Nos metimos en esta lucha para ayudar a los ciudadanos ¡no por ansia de poder!
- Si eso es lo que piensas- dijo Marcus encogiéndose de hombros- El mundo no necesita dos héroes.
- ¿Quieres...?- Marius se apartó de su hermano poco a poco- ¡No pienso luchar contigo!
- Tú o yo, hermano- dijo Marcus. Atacó a su hermano con increíble velocidad y fuerza, pero éste fue más rápido y esquivó su embite.
- Tú, Marcus- lo miró con increíble dolor- No pienso luchar contigo- repitió- pero si tu poder- escupió la palabra con temible desprecio- causa daños al pueblo...
- ¿Me vas a detener tú?- rió Marcus con fuerza.
Sin mediar más palabra, Marius se alejó dos pasos más de él y, alzando su cabeza al cielo, aulló de modo espeluznante. A lo lejos se oyó otro aullido de respuesta. Y otro. Y otro más. Todo el bosque pareció cobrar vida entonces, conformando los diferentes gritos de animales un canto macabro que heló la presencia de todos los presentes. Un temible bramido bestial y el joven se desdibujó ante los ojos atónitos de los campesinos apareciendo en su lugar la forma de un azor. Con un último brillo en sus ojos de ave, alzó el vuelo, perdiéndose en la espesura del bosque. Marcus lo observó apenas un instante y luego se volvió a los que lo rodeaban.
- Traed a todos los habitantes del pueblo que hayan sufrido a manos del antiguo déspota. Encerrad a los partidarios del antiguo rey en sus casas. Después prended fuego al pueblo- ordenó.
- Marcus ¿qué has hecho?¿qué piensas hacer?- gimió Fabio.
- Voy a levantar una nueva ciudad aquí mismo- señaló al valle- y seré el primer rey de una saga de grandes líderes- la locura brilló de nuevo en sus ojos.
- Al menos sabemos que Marius vigilará- murmuró Fabio para sí con la angustia grabada en el rostro- Sí, Marius velará por nosotros.
Desde el bosque, unos penetrantes ojos de azor observaban la escena.

1 oct 2009

¿Sueños?

Corre. Corre. Tienes que correr más. Tus pies pesan como cemento y tu cuerpo no responde a tu anhelo de velocidad. Miras hacia atrás y lo notas. Sabes que está ahí, persiguiéndote. Puedes oír cómo esa criatura jadea a tu espalda, cómo su aliento cálido baña tu nuca y tu reacción es instantánea. Gritas y gritas cada vez más fuerte pero ni un sonido sale de tu boca. Haces un último esfuerzo e intentas correr más rápido, escapar al horror. Como toda respuesta obtienes una ralentización de tu marcha aunque, por alguna razón, el ser ya no está ahí sino que te desplazas en soledad formando parte de la oscuridad opresiva. Al fondo ves una luz, la materialización quizá de un deseo oculto. Parece que tu cuerpo comienza a responder y tus pies aceleran apenas un suspiro. Alargas la mano, una lágrima de alivio escapa a tu control y se desliza por tu mejilla sin llegar a caer, tus dedos rozan la luz...

Abres los ojos y miras a tu alrededor. Estás en una habitación luminosa, totalmente pintada de color blanco, como blancas son las sábanas, los muebles y la ropa que cubre tu desnudez. Con extrañeza tocas una pared y las yemas de tus dedos perciben el frío suave que impregna el ambiente. Esta sensación corre desde tu mano, a lo largo del brazo, hasta tu cabeza donde invade tu cerebro y, por tanto, el resto de tu cuerpo. Ves cómo el vaho sale de tu boca y forma una nubecilla frente a tu rostro, ahora azulado debido al hielo que ha aparecido sobre ti y a tu alrededor. Comienzas a sentir agobio, el silencio penetrante invade tu mente y buscas una salida. Hay una puerta frente a ti y te diriges a ella, no sin aprensión. Antes de rozarla siquiera, se abre por sí misma apenas unos milímetros dejando ver una oscuridad pura que parece pugnar por entrar. Te resistes, pero ves cómo láminas negras saborean los contornos de la puerta. Das un paso atrás con temor, mas una desconocida ola de valor te invade y decides salir al encuentro de aquello que va hacia ti y, llenando tus pulmones una última vez, penetras en la oscuridad...

El viento ululante barre el resto de sonidos que pudieran existir en el páramo desnudo que te rodea. A lo lejos, una enorme figura encapuchada te observa al tiempo que ve todo a su alrededor sin variar su postura. A sus pies, cinco figuras diminutas que se miran unas a otras desconcertadas. Deseas acercarte y, antes de dar un solo paso, ya estás allí. Descubres cinco familiares y amigos que te ven colocarte entre ellos con expresión atemorizada. Les devuelves la mirada del mismo modo y vuelves tus ojos a la enorme figura oscura ante ti. Sabes quién es. Es el Juez. Niegas con la cabeza y te tapas los oídos con fuerza, hasta que notas sangre entre los dedos. El gemido ahogado que comienza tu garganta se convierte en un grito forzado...

Gritando silenciosamente te sientas en la cama. Te invade una sensación de opresión al ver la oscuridad ante ti. Tocas tu cara, tus brazos, tu pecho, tu pelo... sonríes con alivio e incluso una liberadora risa comienza a formarse entre tus labios. Mueves tu mano hacia el interruptor y lo conectas. Aún está oscuro. Te vuelves con asombro y vuelves a accionarlo. Aún está oscuro. La garganta se te cierra y el estómago te da un vuelco. Con ahínco accionas el interruptor una y otra vez pero la luz no se prende y notas cómo la negrura comienza a cerrarse sobre ti. Unos brazos invisibles exploran tu cuerpo, violan tus rincones ocultos. Quieres gritar de nuevo, pero no puedes. Intentas levantarte de la cama, pero tu cuerpo no responde. Una lágrima comienza a caer mientras te debates con fuerza...

Un hormigueo recorre todo tu cuerpo. Una especie de corriente eléctrica invade tu cuerpo y se detiene en el dedo índice de l amano derecha. Lo mueves, la inseguridad te domina. Oyes un pequeño grito de júbilo e intentas abrir los ojos pero, aunque tus párpados se debaten rápidamente, no eres capaz. Más voces invaden tu espacio. No dentro de tu cabeza, sino fuera. A tu lado. Algo te toca. No es angustioso, no es doloroso, no es punzante. Sólo suave. Haces un nuevo esfuerzo, llegando casi al límite de tus fuerzas. Sombras y luces comienzan a formarse ante ti. Ves caras. Una mujer. No, dos mujeres. Un chico joven. Y un hombre mayor con cara seria que sujeta tu muñeca y mira su reloj con concentración.
- Doctor, ¿ya está?¿Se ha despertado?
Una luz inunda tus ojos. Primero uno y luego otro.
- Por favor, les agradecería que salieran. Tenemos que hacerle algunas pruebas.
- Pero ¿se pondrá bien?
El hombre mayor sonríe apenas perceptiblemente. Pone su dedo índice frente a tus ojos y lo mueve de un lado a otro, lentamente. Para tu sorpresa, eres capaz de seguirlo con los ojos sin casi esfuerzo.
- No puedo asegurarlo aún. Pero soy optimista.
Ves cómo los otros tres se abrazan, llorando libremente. Otro chico joven, completamente vestido de blanco, agarra los pies de tu cama y te saca de la habitación. La luz blanca inunda todo y varias personas vestidas igual que el que te lleva pululan a tu alrededor. Unos de verde, otros de azul... Entonces la palabra exacta acude a tu cerebro. Hospital.
- No debes preocuparte. No vamos a hacerte nada malo- dice el enfermero sonriente. Puedes ver con claridad sus dientes blancos, sus colmillos puntiagudos. Oyes una risa malévola...

23 sept 2009

Entierro de perros (una reflexión digamos seria)

Lo que tienen los animales es que se hacen de querer los jodíos. Hay quién dice, incluso, que aquél que odia a los animales no es buena persona. Porque si no te gustan los ignoras y ya está pero hacerle daño a un ser que en la mayoría de los casos está en inferioridad... malo malo.
Por supuesto, como en todo, hay extremos.
Estaba yo viendo Las chicas Gilmore(vale sí, lo sé. Es una serie que merecería que la enterraran en lo más profundo del más profundo abismo... pero a esta hora, después de la siesta y habiendo cumplido con los deberes que me imponen los estudios... en fin...) cuando vi una representación de uno de los extremos. El perro de uno de los secundarios había muerto. Quizá se pueda suavizar esta expresión pero me parece absurdo. Lo que es, es. Y ya está.
La cuestión: al citado canino le hacían un entierro en toda regla a petición del desolado propietario. Esto, en principio, les parecía ridículo al resto de personajes.
¿Hacerle un entierro a un perro? Por favor, sólo es un perro...
Pero lo que la mayoría de gente no entiende es lo que se le puede llegar a querer a esos pequeños babosos peludos de cuatro patas. Yo, desde luego, quiero a los míos más que a muchos de mis allegados. Incluso más que a muchos familiares. No en vano vives el día a día con ellos, les enseñas cosas graciosas, los educas... bueno, esto desde un punto de vista de tenencia responsable, claro. También hay mucho bestia por ahí suelto... y no me refiero a los perros.
Son una parte de la familia y, que tú los incluyas, te lo pagan con creces. Pero, ¿hacerle un entierro a un perro?
Sinceramente, yo no lo entiendo y no lo haría. No es que tenga algo en contra, simplemente no lo entiendo.
Al fin y al cabo, los perros no lo necesitan. Ellos viven en el ahora. Muere un compañero, están tristes un par de días y luego se rinden a la evidencia de que no va a volver y siguen adelante. Sin flores, sin música, sin ataúd ni fotos macabras del fallecido. Sin plañideras ni parafernalias por el estilo. Si realmente queremos hacerles un homenaje ¿no deberíamos seguir sus costumbres?
Y, si te paras a pensarlo... ¿para qué hacemos ceremonia de la muerte de nuestros familiares y amigos humanos? Está claro que a la persona en cuestión no le va a hacer ningún bien. Como regla general, los enterramientos no son más que la manifestación de los miedos de los vivos a la "otra vida". En ocasiones, una manera de aplacar la ira de los fallecidos. Habitualmente, una manera de demostrar socialmente lo mucho que estás sufriendo.
Lo sé, lo sé. Es una costumbre y, actualmente, necesario pues es ilegal no procurar un entierro. Buen negocio el de las funerarias.
Pienso en mi padre. Cuando él murió le compramos un ataúd, lo vestimos con el traje de padrino que no pudo llevar en mi boda, lo dejaron guapísimo(eso me dijeron, al menos), le compramos flores y etcétera, etcétera.
¿Eso le hizo algún bien a él?¿Nos lo hizo a nosotros?
La respuesta a ambas es NO.
Si en realidad es una costumbre inútil(para los creyentes: si eres bueno vas al cielo aunque no te hagan una misa o te compren el ataúd más estrafalario que exista) ¿a qué tanta historia?¿Acaso si ante la gente no estás deshech@ en lágrimas es que no sientes el fallecimiento?¿Si no le muestras a todo el mundo lo que sientes es que no sientes?
Creedme si os digo que a mí ya me lo han dicho: "es que como no lloras parece que no sientes nada" o "A xxxx sí que le ha dolido, mira lo desconsolad@ que está." Por favor...
Y si realmente ES una manera de honrar al fallecido, más allá de la costumbre, una manera de mostrar nuestro aprecio por el ser que ha terminado su vida... ¿por qué nos parece tan ridículo hacer entierros a los perros?¿No son seres, con los mismos derechos que nosotros, a los que amamos?
No es cuestión fácil.
Yo, personalmente, intento siempre ver el lado bueno de las cosas. Y, si no lo tienen, simplemente intento seguir adelante ¿o porque esté deprimida, llorosa y demás me voy a sentir mejor? Como sé que no es así no me dedico a sufrir por los fallecimientos. Todos morimos(humanos, mamíferos, reptiles, plantas...) así que, por ser algo común, simplemente deberíamos ignorarlo.
En vez de celebrar la muerte deberíamos celebrar la vida.
Por eso, en vez de recordar cómo murió, cuándo y lo horrible que fue prefiero recordar cómo jugábamos de pequeños con él, lo que nos enseñó, el apoyo que siempre nos dio... Y esto vale tanto para ese caso concreto como para la muerte de cualquier otro de mis familiares... sea animal o humano.
No me gustan los entierros, por si no había quedado claro. Cuando yo muera no quiero pijadas ni chorradas. Lo mínimo imprescindible. Que donen todos mis órganos válidos y el resto de cuerpo lo entreguen a las llamas para que sea consumido rápidamente. Y después, emulando al gran Lebowsky, las cenizas en una cajita de cartón arrojadas al viento para volver a ser parte de la tierra en todas sus variantes. Y todos a bailar en mi honor, estilo pulp fiction.
Y los curas... que ni se acerquen.

22 sept 2009

Se busca inspiración

A quién pueda interesar:

INSPIRACIÓN PERDIDA

Tiene aspecto de mujer mayor, de mente frágil y ligeramente desequilibrada. Es posible que se pasee por su calle, con pinta andrajosa y golpeada, pidiendo limosna pero no se la dé...

ES MUY PELIGROSA

Es posible que presente ronchas y descamaciones debido a la sobreexposición de una mente tortuosa.
Dada su extrema peligrosidad(es muy violenta. Muerde) si la ve no la llame, no se acerque, no la mire fijamente a los ojos, no la moje ni le dé de comer después de las 12 de la noche... simplemente mande un sms al 666 con texto LOCA + (calle) + (ciudad) y alguien se encargará de recogerla.
Si recibe un mensaje de vuelta pidiéndole que entregue su alma inmortal, ignórelo. Es posible que sea un cruce de líneas con la sede política.
Coste del sms: 50€ por sms. Son necesarios 3 sms. Intercambiable por una eternidad de redención en las ardientes simas del dolor.

16 sept 2009

Querido diario:

15-septiembre-2009 08:30

Querido diario:
Hoy es el primer día de clase. Normalmente eso no me haría ninguna ilusión, pero esta vez es diferente.
¿Recuerdas lo que te conté a principios de verano? Bueno ¿cómo no si yo me acuerdo perfectamente? ;D Pues eso, que Rafa se ha decidido ¡al fin! a pedirme una cita... ¡Es tan guapo! Con su pelo rubio y lacio, con sus ojos azules... Pero llegó el verano y mis estúpidos padres decidieron ir de vacaciones a la estúpida cabaña que tenemos en el estúpido lago... Toooooodo el verano observando como mi padre intentaba estrechar lazos con sus hijos a fuerza de caña ¿quién narices querría estrechar lazos con alguien para el que la idea de ocio es sacar peces muertos de agua turbia? Y mientras tanto él aquí, lejos de mí, cerca de Sonia... :S Siempre ha querido lo que yo anhelaba y ahora es él lo que más deseo ¿Qué me dirá Rafa cuándo me vea en el insti?¿Le gustaré?
*Se levanta de un salto rápido y se pone frente al espejo. Observa su rostro: de frente, el lado derecho, el perfil izquierdo. Luego levanta ligeramente el mentón y hace una mueca que pretende ser sensual. Fija ahora sus ojos en su figura y, finalmente, sacude su pelo casi con despreocupación, tras lo que vuelve a tumbarse en la cama con un ligero salto elegante.*
No estoy tan mal para 17 años recién cumplidos... ¡Seguro que él está tan guapo como siempre!
*Su nombre flota desde el piso de abajo, impulsado por una voz enojada.*
Joder, ya está mi madre metiéndome prisa... Bueno, me voy a clase ¡luego te cuento!


19:30

Querido diario:
¡Odio a Rafa! Es imbécil... ha sucumbido a los encantos de Sonia, según él. Pero ¿qué encantos? ¡¡¡Si es más fea que Picio!!! Ya sé yo lo que le habrá dado esa... Dos tetas enormes y una vagina dispuesta ¡eso es lo que le ha dado!
Ha sido el día más horrible de mi vida, me he sentido como una estúpida ¿Por qué le haría caso a ese febo creído? Maldito Rafa...
*Una lágrima de rabia recorre todo el camino desde su rostro hasta el nombre del odiado ex-pretendiente, convirtiéndolo en un borrón ilegible.*
Volver a clase, volver a casa, volver al fracaso... ¿por qué todos los años es lo mismo?
Odio las vueltas. Según mi corta experiencia, las vueltas no deparan nada bueno así que a partir de ahora *llorosa cara de decisión* no voy a volver jamás. No quiero rutinas, no quiero clases, ni trabajos donde tras unas cortas vacaciones tengas que trajearte para hacer lo mismo un día sí y otro también. No quiero tener que preocuparme de chicos, ni chicas ni nada de nada. A partir de ahora sólo voy a ir hacia delante. Todo lo que va a haber desde ya son idas, nada de vueltas. A tomar por el culo volver.
*-Tal vez no puedas hacerlo.
Se gira hacia la derecha apresuradamente y descubre a un chico, casi un hombre, unos años mayor que ella. Observa su cabello oscuro y rizado, su tez tostada por el sol, se pierde en sus ojos color jade, su sonrisa burlona.
- ¿Y tú qué sabes?- responde enojada al tiempo que esconde las hojas en las que vertía su alma- ¿Tienes por costumbre invadir así la intimidad de los demás?
Una risa clara y sincera sustituye a la burla en la expresión del joven.
- Es un riesgo que corres cuando te sientas a escribir en el banco de un parque al lado de un desconocido- responde con sorna.
- Es el riesgo que corro por sentarme al lado de un tío con vocación de maruja querrás decir- le espeta ella mientras él se echa a reír de nuevo- ¿No quedaban trabajos de cotilla en donde vives y has decidido venir a ejercer al parque?
- Suena como si estuviera prostituyéndome- dice aún sonriente- pero te aseguro que nada más lejos de mi intención. Es sólo que leí sin querer un par de líneas y me gustó tu estilo.
- ¿De verdad?- su voz, ahora suavizada por el halago, llena el espacio entre ellos- Vaya, algo es algo...- la mirada del joven chispea complacida y ella nota un cosquilleo que la invade. La curiosidad la corroe- ¿Cómo te llamas?
- ¿Quién invade ahora la intimidad de los demás?- ríe él, contemplando como ella se sonroja- Óscar- responde, no obstante.
- Yo soy Chiara- dice aún tímida.
- Tienes un nombre precioso. Italiano ¿verdad?- ella asiente. Él se levanta alegre y mira con cierta duda el cielo anaranjado- Se está haciendo tarde y debo irme. Pero me ha encantado invadir tu intimidad- le tiende la mano al tiempo que le dedica una sonrisa plena- y también charlar contigo.
- ¿Vendrás mañana?- pregunta ella, ahora ya en pie frente a él- Sólo por curiosidad...
- Vengo todos los días a pasear un rato después de clase. Supongo que si vienes podremos tener otra charla agradable. Te gusta hacerte la difícil ¿eh?- bromea, al ver la reticencia de ella- De acuerdo, una charla y un café ¿quedamos así?
- De acuerdo, pero no sé si podré venir.
- No importa, ya te he dicho que vengo todos los días- su sonrisa perenne llena el ambiente- Me has caído bien- confiesa.
- Y tú a mí. Está bien, intentaré venir.
- ¿Prometido?
- Prometido- es la risa de ella la que ahora flota en el aire.
Se despiden con un apretón de manos y una promesa que entrelaza sus dedos.*

20:30

Querido diario:
El encuentro de esta tarde me ha hecho cambiar de opinión.
Quizá las vueltas no sean tan malas... sobre todo, si te hacen seguir hacia adelante. Al fin y al cabo, sin vueltas no hay idas ¿verdad?
Óscar... suena bien...

7 jul 2009

El pequeño bebé horrible

Se sentó en la terraza del café. Apoyó el portátil en la mesa de metal, admirablemente bien pintada de blanco, y pidió un "mocacciato". Mientras saboreaba con deleite aquella extraña especialidad del café, en el sitio acostumbrado bajo el roble milenario, al fin tuvo una idea. Allí iba siempre que la inspiración le fallaba y siempre la encontraba. El pequeño paraíso de sus musas.
Cerró los ojos un instante para captar en profundidad los aromas que envolvían el ambiente(café recién hecho, el verdor del bosquecillo anexo, pan caliente, musgo húmedo...) y luego, con una sonrisa, comenzó a escribir.

"Esta quincena el relato va sobre los anhelos femeninos. Y vosotr@s diréis <¡Qué fácil! Siendo mujer...>
Pues perdonad que os lleve la contraria.
Aún pulula en nuestras mentes ese antiguo interrogante: ¿Quién conoce los anhelos femeninos? Me temo que ni las mismas mujeres.
Antaño se esperaba de nosotras que fuéramos madres y esposas ejemplares, que aguantáramos estoicas los envites de nuestros propios maridos y nos contentáramos con la vida que nos había tocado. Así pues, las mujeres soñaban con todo lo contrario: salir al mundo, trabajar, realizarse...
Ahora lo tenemos aún más difícil. Se espera que triunfen en su trabajo, que lleguen lo más arriba posible... y además que sean esposas y madres ejemplares.
¿No, decís?¿Habéis oído hablar de las súpermadres? Heroínas anónimas que consiguen trabajar fuera de casa, recoger a sus hijos del colegio, preparar la comida, tener la casa limpia y satisfacer sexualmente a sus maridos sin perder la sonrisa. Acojonante.
En la mayoría de los casos nos vemos obligadas a elegir y ahí es donde entran nuestros anhelos desconodidos.
Las que se consideran más modernas se deciden por su trabajo. Las más tradicionales, por la familia.

Estaba yo el otro día navegando por los mundos internáuticos cuando encontré Pequeño bebé horrible, un texto de una de las mujeres del primer grupo que, a la vista de un niño monstruoso pero tan valiente como para mirarla a los ojos sin llorar, sentía despertarse de nuevo su instinto maternal... ¿Instinto maternal?¿Quizá lo que se esperaba de nosotras era seguir nuestro instinto?
¿Vamos ahora contra él?
¿O esa expresión no es más que una reminiscencia de la época en que éramos consideradas sólo válidas para la maternidad debido a no tener un colgajo en los pantalones?
¿Por qué cuando somos madres deseamos una exitosa carrera profesional y cuando tenemos ésta nuestro mayor anhelo es parir con dolor un pequeño bebé horrible que llenaremos de lacitos y encajes?
¿Por qué separado va todo junto y todo junto va separado?

Sea como sea, no es fácil escribir sobre los anhelos femeninos desconocidos. Ni vivir con ellos.
Bucear en tu interior y no encontrar más que sentimientos encontrados e ideas preconcebidas durante milenios que se resisten a dejar tu sitio e, incluso, te insultan si perseveras mucho.
Además, hay que tener cuidado con ellos.
Porque si tu anhelo es que tu pareja lama chocolate líquido de tu cuerpo o tú del suyo... tiene fácil arreglo.
Pero si es tener tu propio pequeño monstruito chupón... aparte de lo anterior hay que aguantar nueve meses de embarazo, un parto sangriento y treinta años de crianza(en ocasiones, más). Hay tiempo de sobra para arrepentirse... ¿Será ésa la causa oculta de la depresión postparto?

Yo creo que lo más recomendable es tener pequeños anhelos, porque lo demás viene dado solo... normalmente en el momento más inoportuno.

Yo, por ejemplo, deseaba escribir algo sobre los anhelos femeninos... y ya lo he hecho...
¿Se merece un pulitzer o un tomatazo en un ojo? Ni lo sé ni me importa.
Mi anhelo era escribirlo y ya lo he cumplido. Ahora ya estoy preparada para el siguiente. Las pequeñas cosas que te dan satisfacción... ésa es la clave de la verdadera felicidad.

Como colofón voy a dar un paseo por el río. Y a vosotras, pequeñas blogueras indecisas, os recomiento hacer lo que os apetezca, así sea tomar un buen lingotazo de bourbon.
Un saludo de una mujer realizada."

Cerró el portátil y terminó el mocacciato de un trago. Sonrió con orgullo extremo mientras degustaba la galleta que acompañaba al café y se recostó ligeramente en la incómoda silla metálica mientras hacía una seña.
Una solícita camarera se acercó presurosa.
- ¿Desea algo más el señor?
- No, gracias. Estaba delicioso. La cuenta, por favor.

25 jun 2009

Exámenes y sus consecuencias

En época de exámenes sólo tienes dos opciones.
Estudiar... y estudiar.
Y en el tiempo libre... aburrirte.
Porque no puedes ver nuevas películas ni leer nuevos libros por miedo a ocupar valioso espacio en tu cerebro caprichoso en estas épocas. Puede ser que entre algoritmos, alfas, omegas y navegantes españoles del siglo XV tus neuronas se cabreen por el exceso de actividad si encima las obligas a procesar nueva información y luego almacenarla en una esquina hasta que acabes los exámenes. Y su venganza puede ser terrible.
¿Cómo explicarías después al tirano de turno, el profesor encargado de corregir, que tú querías explicar que Homero escribió la Ilíada y la Odisea, se le atribuye la Batracomiomaquia y los demás poemas homéricos siguen su estela aunque no se presuponen suyos... cuando lo que está escrito en el papel es que el capitán Kirk y Spok tenían un lío con Gollum y se dedicaban a sodomizarse unos a otros mientras Lara Croft lo grababa para colgarlo en youtube?
La visión puede ser apocalíptica. La visión de los ojos desorbitados del profesor, digo. Y su expresión de gusto al tachar con el todopoderoso bolígrafo rojo(los más sádicos tienen un rotulador gigante de los de subrayar) tu esfuerzo y ponerte un cero como una casa en tu expediente.

Es que... la vida del estudiante es dura. Así que, ya sabéis, cada vez que queráis preguntar cómo van los exámenes... cada vez que os asalte la duda de lo que la persona en cuestión estudia... cada vez que os pueda la curiosidad por saber cuándo acabará la carrera... Mejor mordeos la lengua. Porque con las neuronas recalentadas, el cerebro derretido por el esfuerzo y un manchurrón negro en el expediente... puede ser que la parte irracional tome el mando y te arranquen la cabeza de un mordisco...
Quedas avisad@.

20 jun 2009

Don´t feed the troll

¡Hola gente de la tierra! O del blog, como deseéis.

Hacía tanto tiempo que no escribía por gusto en este blog que ya casi había olvidado lo que es. Será por mi pasividad social o porque en cuestiones de actualidad estoy igual de perdida que un pulpo en un garaje, pero lo cierto es que me conformaba con colgar relatos, ya sabéis, de esos que mi mente vomita en los momentos más insospechados sin hacer crítica descarnada, como alguna que tengo por ahí perdida... Véase Padres...

Así pues, entre pasividad, pasotismo y vagancia pura y dura me entregué a la escritura de mis relatos y de mi próximo libro, que me tiene un tanto absorbida, y me olvidé de disfrutar sin más del mundo...
Pero todos tenemos un interruptor alojado entre neuronas y cables imaginarios que, de vez en cuando, hace ¡Clic! y enciende una hipotética bombilla en tu cabeza.
Para mí, hoy, el dedo acusador que ha presionado el interruptor ha sido esta imagen:

Me parece sencillamente genial...

¿Y a qué viene esta historia?
La cuestión es que, relato arriba relato abajo, me decidí a escribir un libro. Una especie de proyecto personal. Y me apunté a una editorial en internet de autoedición(valga la redundancia) que cuenta con una buena cantidad de escritores decentes y con futuro, unos cuantos escritores normalitos(y no pienso decir en qué grupo me hallo... o me pierdo, que para el caso es lo mismo) y uno que es demencial.
Y, sí señores y señoras, uno. Solitario en su mediocridad.
¿Que hay más de un escritor mediocre? Sí, por supuesto... Pero da la casualidad de que éste en particular participa asiduamente en el foro y, por tanto, es mundialmente conocido dentro de él.

Yo, pobrecita de mí, en mi inocencia lo tomé simplemente por un ignorante, en un principio. No sabe escribir y, poco a poco, va demostrando que tampoco sabe leer pues no sólo se empeña en usar "palabros" difíciles e inexistentes como tragiversar o patológia y comete faltas tan flagrantes como básicas tal que aller, sino que además esquiva todos los intentos de la gente del foro por corregirlo. Y, en fin, cuando te empiezan a escocer las lentillas y tu cerebro pugna por salir de tu interior empujando tus ojos hasta que hacen ¡Pop! simplemente ya no aguantas más y le sueltas cuatro cosas bien dichas. Y ése es el error.

Un compañero dijo, acertadamente, que era un troll. Pero a muchos nos daba pena, a pesar del spam indiscriminado y los privados reincidentes. Muchos pasábamos de contestaciones agrias cuando decía que lo apoyábamos por privado, siendo ésta una mentira de las gordas, de ésas que significan un lavado de boca con jabón por parte de la abuela cabreada...

Finalmente, he llegado a darle la razón. Iván, cuánta razón tenías... Desde luego si no es un troll por iniciativa propia está aprendiendo a pasos agigantados y tiene peligro de convertirse en el rey de todos ellos ¿Qué digo rey? En el dios Único y Todopoderoso de los trolls.

Y, en realidad ¿qué es un troll?

Un personaje con un ego de proporciones descomunales y la autoestima al nivel del betún, o más abajo, que sólo encuentra diversión enfrentando a aquellos que forman parte de la comunidad, foro... en que se encuentra.
¿O sólo es un pobre imbécil, con ansias por llegar a ser retrasado mental(como todo mi respeto para ellos) que no entiende que la discordia se extiende allá por dónde va destruyéndolo todo a su paso?¿Es sólo un pobre Othar que no sabe que acabará siendo conocido como "el caballo de Atila", siendo Atila el malestar y las náuseas que genera su sola presencia?
En fin, quién sabe... yo, desde luego, no.

Pero en uno de sus múltiples, repetitivos y mareantes post, el mismo Iván que nos advirtió sobre él en un principio, nosotros pobres incautos confiados, le respondió con esa imagen.
Y mi mente hizo ¡Clic!
Y mis dedos honraron su esfuerzo escribiendo este mensaje.

Así que, ya sabéis, seguid la gran verdad que reza la imagen:


Cada vez que alimentas a un troll... Dios mata a un gatito.
Por favor, piensa en los gatitos.

DON´T FEED THE TROLL

9 jun 2009

El narrador

La tenue luz de la hoguera casi extinta se proyectaba sobre el rostro del narrador acentuando el aspecto místico que le proporcionaba la larga barba blanca trenzada. En sus facciones aún se podía distinguir el orgullo del guerrero y la picardía del muchacho que había sido. Miró al pueblo congregado frente a él: hombres y mujeres jóvenes, ancianos y niños, adultos en la flor de la vida. Uno de los niños sonrió impaciente y el narrador le devolvió el gesto antes de comenzar su relato.

"Una brillante mañana de la Luna Sagrada, Algren decidió ir a cazar en solitario. Su nuevo arco clamaba por demostrar su valía y el portador no pudo resistir su llamada.
Era Algren miembro del antiguo pueblo de los Djaboc, similares a los seres de poder en forma, aunque distintos en aspecto y esencia. Un grueso vello cubría todo su cuerpo y lucían afilados colmillos sobresaliendo de su mandíbula inferior. Algren era el mayor entre ellos. De aspecto feroz y fuerza hercúlea pero igualmente amable y atento.
Se encaminó, pues, al bosque en búsqueda de algún animal incauto que cayera bajo sus flechas."

El narrador se detuvo un instante. Todos lo observaban embelesados, anhelantes de la continuación. Estaban bajo su hechizo.

"Como bien sabéis, para ser buen cazador cuerpo y mente han de estar en sintonía con la naturaleza. Debes ser silencioso como la leona entre las hierbas altas y rápido como el gamo en la carrera.
Así, Algren rastreaba el bosque con pericia, serpenteando entre los árboles con agilidad y atento a todo ruido emitido por ser natural, cuando un sonido atrajo su atención por completo. Haciendo uso de técnicas antiguas (el narrador pegó su oído al suelo) escuchó atentamente intentando identificarlo. Un rumor sordo invadía la tierra, cegando todo movimiento tectónico conocido. Pero ¿de dónde vendría? (una exclamación ahogada colectiva resonó en la cabaña) Tratando de averiguar la procedencia, Algren se encaminó allí donde el sonido era más nítido. Pisaba con cuidado evitando las ramas a su alrededor, intentando no dejar marca de su paso ni avisar de su presencia."

El narrador volvió a pausar el relato. Una niña lo miraba con los ojos muy abiertos y pidió silenciosamente que continuara.

"- ¡Algren! (el narrador casi gritó el nombre usando su voz más grave y solemne, inclinándose hacia la niña que dio un respingo y se quedó boquiabierta) Escúchame...
Algren se dio la vuelta apresuradamente tratando de localizar la imponente voz a su espalda.
- ¿Quién eres? ¿Qué quieres? - preguntó.
- Soy Camet- respondió la voz.
- ¿Camet? ¿El dios de la guerra? - inquirió nervioso, pues como bien se sabe hasta los más valientes han de temer a los dioses- ¿Qué es lo que quieres de mí?
- Algren, debes volver a tu pueblo y decirles que abandonen sus casas y huyan a las montañas.
- ¿Por qué debería hacer tal cosa?
- Ese rumor que oyes es el de un ejército que, bajo mis órdenes, se dirige hacia aquí para conquistar el lugar. Te hablo porque quiero daros una última oportunidad.
- ¿Una última oportunidad? ¿El exilio o la muerte es lo que propones? - Algren observó al dios con odio y se encomendó a la diosa Djabya, protectora de su pueblo - ¡Nunca! ¡Lucharemos! ¡Y venceremos! (Un rumor de aprobación y un grito de excitación sobresalieron entre la multitud) ¡Djabya, ayúdame! - por la gracia de la diosa, Algren pudo ver a su etéreo contrincante durante un segundo, suficiente para arriesgar un flechazo certero.
- ¡Algren!- gritó el dios, herido de muerte por el venablo envenenado de la magia de Djabya- ¡Yo te maldigo!
- No, Camet. Tú eres el maldito.
Con un bramido descomunal, el dios explotó en millones de pedazos de luz (el narrador se sentó de nuevo y se oyó un solo golpe de tambor) y Algren volvió a su pueblo para avisar de la próxima invasión.
Así fue cómo comenzó la Guerra Sagrada."

Los oyentes aplaudieron generosamente con sus muslos. Los niños se acercaron al narrador y se sentaron en su regazo pidiéndole que continuara contando la gran guerra. Algunos ancianos palmearon su espalda de manera aprobatoria. Una mujer se acercó a él y le ofreció un trozo de asado y una copa de vino con una sonrisa pícara. El narrador correspondió al gesto complacido. Después, la vería en su lecho.
Un buen relato siempre merece una buena recompensa, pensó.

31 may 2009

Los Tres Cerditos en... Imitando a Caín

Érase una vez tres cerditos, hermanos de madre. Y hete aquí que un día, hartos de que el granjero los explotara, se reunieron y decidieron por unanimidad escaparse para ir a vivir al bosque.

Así, los tres cerditos hicieron un hatillo con sus escasas pertenencias y se dirigieron a su nuevo hogar, huyendo entre las sombras de la noche.
Tras arduas horas de camino, por fin llegaron a un claro y se sentaron a descansar.


- R, pásame la comida- dijo el hermano mayor- Hay que racionarla.
- Pero E, tengo hambre...


- Da igual R. No podemos comérnosla toda ahora o nos quedaremos sin nada- E se inclinó a su hermano menor vehemente- ¿Quieres quedarte sin comida antes de tener una casa?- le arrancó a R la mochila de las manos y empezó a revolver en ella.


- La verdad- replicó el hermano mediano- es que deberíamos construir un refugio. En este bosque hay lobos y no tendríamos que estar a cielo descubierto.


- Ya lo sé, D ¿Crees que no?- dijo E- Pero ahora hay que encargarse de la comida. Si quieres construye tú uno.


- ¿No podemos hacer una choza con paja en este mismo claro?- inquirió R- Así tardaríamos poco tiempo y podríamos dedicarnos a comer.


- ¡No seas estúpido R!- espetó E- No podemos construir una choza de paja. No resistiría ni un ataque de los lobos. Al menos tendría que ser de madera.


- ¿De madera? No, no. Tiene que ser de piedra, por lo menos- replicó D.

Los tres cerditos lo discutieron largo y tendido. Sus voces cada vez subían más de tono hasta que, enfadados unos con otros, decidieron construir cada uno su propio refugio.


Así, R construyó una choza de paja en el claro. E, una de madera en la linde, medio escondida por los árboles. Y D aprovechó una cueva natural y sólo tuvo que hacer una pared delantera para conseguir la suya de piedra, mejor acondicionada que las otras dos.
Pronto los lobos se dieron cuenta de que estos tres apetitosos bocaditos vivían en su bosque y quisieron ir a por ellos.


- Tenemos que agenciarnos de los cerditos- decía uno de ellos- Con sólo uno de esos hermanos podríamos alimentarnos largo tiempo.

- Están bien gordos- se relamió.


- Muy bien- tronó la poderosa voz del capo- Iremos a cazarlos. Donny- llamó. Un gran lobo, con aspecto sucio y ojos dementes, se acercó presto- tú te encargarás. Aún tienes que demostrarnos que vales para formar parte de la manada. Es tu oportunidad.


- Muy bien, capo- Dijo abriendo la boca en una sonrisa lobuna.


El lobo se dirigió primero a la choza de paja. R lo vio y cerró la puerta a cal y canto.


- ¿Qué es lo que quieres?


- Quiero comerte nene. Será más fácil para todos si cooperas.


- ¿Cómo voy a dejar que me comas?- inquirió escandalizado- ¡Lárgate!


- Tú me has obligado- dijo Donny mientras se tiraba contra la choza de paja, derribándola.


R echó a correr al ver el desperfecto y llamó con fuerza a la puerta de E, colándose rápidamente cuando éste abrió. El lobo, con actitud chulesca, se acercó a la casa.

- ¿Qué es lo que quieres?- preguntó E.

- Comeros nene. Será más fácil para todos si cooperáis.


- Eso no puede ser- respondió E.


- Tú me has obligado- replicó Donny, arremetiendo contra la cabaña.


- Creo que conseguirá derribarla- dijo E, preocupado- ¡Lobo, espera!- Donny, intrigado, paró y oyó murmullos tras la puerta- Tengo una proposición que nos satisfará a todos.


Donny escuchó con atención y en su rostro apareció un rictus cruel.


- ¡Abre D, abre!- gritaba E.


D se levantó sobresaltado y abrió la puerta, dejando así entrar a sus hermanos, que venían corriendo y completamente acalorados.
- ¿Qué ocurre?- preguntó preocupado.


- Nuestras casas no valen nada- dijo E- Se han derrumbado.


- Sí- replicó R- Y tenemos miedo de que los lobos nos coman.


- No os preocupéis. Podeis quedaros aquí conmigo. Ya os dije que esas chozas no durarían...


- Gracias D. Tú sí eres un hermano- dijo E, mientras lo abrazaba con fuerza- No te importa que traigamos a un amigo ¿verdad?
R apresó el otro hombro de su hermano. D pasó la vista de uno a otro y, finalmente, a la puerta. Allí se encontraba Donny el lobo.


- ¿Qué es esto?- D intentaba escapar, pero sus hermanos no soltaban presa.


- Lo siento, D- dijo E- pero eras tú o todos. Es el mal menor.


- ¿Qué dices?- el pánico teñía su voz- ¡Soltadme!

- Ven conmigo nene- dijo el lobo, arrancándolo del abrazo de sus hermanos- Recordad que esto solo no vale- les advirtió- Una vez al mes teneis que procurarnos otro animal de la granja o vendremos a por vosotros.


- Tranquilo Donny- replicó E- Un trato es un trato. Lo mantendremos.


- Más os vale.


Donny desapareció de la casa de piedra con D a cuestas.
En todo el bosque podían oírse unos gritos desesperados, suplicantes, mezclados con sollozos: "¡Hijos de puta! ¡No me hagais esto! ¡Ayudadme! ¡Hijos de putaaaaa!"




Noche cerrada. Dos cerditos, hermanos de madre, están acostados en la cama, preparándose para dormir.


- E.


- ¿Sí, R?


- ¿Crees que hemos hecho bien?


- R, la supervivencia trata de esto- se arropó bien- Echaré de menos a D, pero nos hemos librado de acabar todos en la barriga de esos lobos.


R se quedó pensativo y se arropó a su vez. Echó un breve vistazo a la tenue luz que salía de la chimenea y calentaba la estancia.


- Y esta casa es mucho más cómoda que las nuestras.


- Eso también R- contestó E, suspirando- Eso también.


- Buenas noches, E.

- Buenas noches, R.

11 may 2009

Una historia entre muchas

-Esto no te sacará de ésta ¿Lo sabes?

En una oscura habitación, dos hombres se miran cara a cara. Uno arrodillado y con los brazos en cruz, ensangrentado y, sin embargo, arrogante. El otro con la cara tapada por un pasamontañas, firme, con las piernas abiertas, lo apunta con una Schwistz, de corto cañón pero gran alcance. La última innovación de los amigos del régimen. Sólo se pueden ver sus ojos, de color azul eléctrico, brillando en la oscuridad de su atuendo.

-¡Cállate!- ruge con voz amortiguada-No tienes ni puta idea de lo que estás hablando- el nerviosismo invade a la figura, que comienza a temblar ligeramente y aparta la vista del reo. Lleva su diestra a la sien mientras con la izquierda sigue apuntando al hombre de manera precaria.

-Sé lo que veo- su sonrisa se deja ver entre sus dientes teñidos en rojo- Y lo que veo es un muchacho inseguro que aún ni siquiera tiene voz de hombre. Un chico que juega con un arma que no puede comprender, alguien que quiere esconderse detrás de un pasamontañas y unas lentillas ridículas- el muchacho se vuelve a mirarlo de nuevo, con ojos escandalizados. La risa del hombre se acentúa aún más- Lo que veo es alguien que se esconde del régimen haciéndose pasar por uno de ellos.

-¡He dicho que te calles!- grita el muchacho, acercándose un paso a su interlocutor- Puede que pienses que no entiendo esta pistola, pero- amartilla el arma, y la apunta directamente a la cabeza del hombre- estás muy equivocado.

-¿Y tienes la suficiente sangre fría para matarme? No creo

-Tú no tienes ni puta idea- repite- de lo que yo soy capaz. Ten por seguro que te mataré.

-Chico, yo puedo ayudarte- dice, algo menos seguro de sí mismo- Somos contrarios al régimen y debemos estar juntos ¿no lo entiendes?- lleva una mano a su pecho, lentamente, sin llegar a tocarse- Puedes confiar en mí.

-¿Confiar en ti?- escupe con desprecio antes de echarse a reír. Es una risa cristalina y ligeramente desequilibrada. Se lleva la mano a la cara y le tira algo al regazo: las lentillas. El hombre puede ver ahora sus ojos negros- ¿Confiar en ti?- repite mientras se quita el pasamontañas y deja que su melena oscura caiga en cascada sobre sus hombros- ¿Y por qué extraña razón crees que debería confiar en ti?

-Tú- murmura el hombre observando con sorpresa la mujer ante él.

-¿Creíste que te habías librado de mí?¿Crees que huyo del régimen?- su carcajada se oye sonora por toda la habitación- Estoy en contra de esta guerra. Estoy en contra de ellos. Estoy en contra vuestra. Pero, sobre todo- hace una pausa y sonríe- estoy en contra tuya- dispara a una pierna y el hombre chilla encogiéndose sobre la herida- Estoy en contra de los que utilizan su título de soldados para robar y violar- dispara de nuevo, esta vez a un hombro, mientras se acerca unos pasos, acompasados por los gritos y sollozos del hombre, que repta intentando alejarse de ella- Estoy en contra de los cabrones que entran en mi casa y matan a toda mi familia después de profanar sus cuerpos- saca un cuchillo de monte de su costado y le clava el brazo que aún tiene sano a la viga de madera sobre la que se recuesta, tras lo que apoya el cañón del arma en su garganta, justo debajo del mentón- y pretenden hacer lo mismo conmigo.

-No, no... - ruega el hombre, lloroso y débil.

-Pero no morí- ríe mientras juguetea con el pelo sucio del hombre- No conseguiste acabar conmigo y ahora, te vas a arrepentir.

-¡No, por favor!- el pánico tiñe su voz y nota cómo su vejiga se vacia en sus pantalones. En todo el tiempo que había estado luchando, nunca había sentido tan cerca la muerte.

Ella observa divertida el desahogo de su prisionero y le da una pequeña palmada en la mejilla.

-Tsk, tsk, tsk... Chico malo...- una pequeña risita escapa a sus labios- ¿No te dijo tu madre que no debess hacerte pis encima?

Aún se puede escuchar un sollozo ahogado, junto a un balbuceante “No, no por favor, lo siento” antes de que el sonido del disparo llene el aire, ahogando todos los demás.

Después, una risa febril y enloquecida y un segundo disparo.

Y el silencio.

Pecados carnales

Este es el texto que presenté en el concurso Bubok de esta quincena, con tema Lascivia. Le he hecho unos cuantos arreglos, espero que os guste.


"-No estuvo bien.

-¿Eso es lo que crees?- dijo él con su sonrisa profunda.

Lo conocí una semana atrás, en la cabaña de madera que nos acoge a mi madre y a mí en verano. Debería decir más bien, lo volví a ver, aunque no recuerdo cuándo me abrazaba y besaba de manera fraternal, siendo yo aún una niña.

Así pues, lo volví a ver por primera vez hace siete días y ocho horas. No estaba preparada para lo que apareció ante mis ojos. Yo esperaba un hombre mayor, cano, puede que calvo, gordo... estropeado por los años, en resumen. Sin embargo, me encontré con un adonis alto, de pelo aún oscuro y arábigos ojos negros y piel aceitunada, aún fuerte y joven, aún apuesto. Abrió mucho los ojos al verme y se acercó casi cohibido a darme los dos besos de rigor.

-Hola Claudia ¿Cómo estás? Es un placer volver a verte- dijo lentamente. La manera en que se recreó en la palabra placer me hizo estremecerme desde la nuca a la planta de los pies. Era sucio ¿entiendes? Yo lo sabía y aún así no pude contenerme. Sonreí y me acerqué aún más a él, abrazándolo con fuerza.

Convinimos que estaría con él esa semana, para conocernos mejor, y después volveríamos junto a mi madre, para ir los tres juntos de vacaciones.

Se despidió de mi madre con un pasional beso y, por fin, ella se fue, dejándonos a solas.

Sólo había una cama en la cabaña y él me la cedió con gusto, haciendo del sofá su refugio improvisado.

Nos comportamos con propiedad durante todo el día, aunque un fuego ardía en mi interior cada vez que lo veía moverse como un felino. Ágil y fuerte.

Ya por la noche ocurrió. Fue tan sucio. Después de todo, no vi otra solución.”

-No tienes que apresurarte- el hombre la escuchaba, ruborizado y anhelante- Puedes contarlo con pelos y señales, no tenemos prisa.

Claudia lo miró con reproche y asco. Sabía lo que el hombre quería y casi podía apostar a que una erección tenía lugar bajo la mesa. “Bien, si eso es lo que quiere...” pensó.

“Yo me acosté en la cama y él en el sofá. No podía dejar de pensar en él aunque sabía que no estaba bien. Pronto no pude soportar el ardor entre mis piernas, aumentado por la respiración entrecortada que oía al otro lado de la cabaña.

¿Se estará masturbando? Pensé. Pero ese pensamiento sólo me llevó a hacer más urgente mi necesidad. Comencé a tocarme hasta que, involuntariamente, un gemido escapó de mis labios y se quedó flotando en la oscura habitación. Me quedé paralizada durante un instante, que se hizo eterno, hasta que noté una respiración áspera en mi oído y una mano varonil en mi bajo vientre.

-¿Necesitas ayuda? Susurró en mi oído.

Comenzó a masajearme hasta que volví a gemir y entonces se metió en la cama conmigo. Prefiero no relatar lo que ocurrió entonces, pues me provoca tanto asco como anhelo y no me soporto en mi propia piel. Sólo diré que fue el mejor orgasmo de mi vida.

-No estuvo bien- dije con voz entrecortada por las lágrimas.

-¿Eso es lo que crees?- dijo él- ¿Acaso no te ha gustado?

-Sí.

-Entonces ¿cuál es el problema?

-Mi madre...- estaba desesperada- ¿Qué dirá mi madre?

-No puedes decírselo- contestó- Ella nunca lo entendería, aunque la atracción sexual no es nada malo.

-¿Y tú cómo puedes saber eso?

-¿Quién va a saberlo mejor que yo?- sonrió y me besó en la mejilla, reteniendo una lágrima- ¿O crees que te mentiría tu padre?

Entonces fue cuando pasó.”

Claudia paró su relato y bajó la vista. El hombre no podía admitirlo, pero necesitaba que le contara algo que consiguiera que la tensión que se había apoderado de su entrepierna desapareciera, o no podría salir de aquella cabaña sin violar a la supuesta asesina, aunque hasta ahora la mera idea de una violación le habría parecido un crimen ¿Cómo podía alguien tan joven ser sensual hasta el punto de hacerte olvidar tu humanidad?

-¿Qué fue lo que pasó Claudia?- preguntó tenso.

-Le atravesé el cuello con un abrecartas- contestó fríamente-¿Va a llamar a la policía?

-Claudia- respondió él, casi jadeando- Has matado a un hombre, hay que explicárselo. Si no te entregas tú será peor- el miedo a lo que le pudiera hacer ella debería llenarlo pero sólo podía sentir deseo y excitación. Estaba empezando a arrepentirse de ir a ver qué olía tan mal en casa de sus vecinos. Iba a cazar cuando lo notó y entró a ver si estaba todo bien. Había visto al hombre muerto, de varios días. Vio a la muchacha sollozante. Había interpretado mal la situación y se propuso consolarla. Se sentaron en la mesa del comedor. Entonces fue cuando ella comenzó a contarle lo que había pasado.

Claudia se echó a llorar quedamente y lo observó con pena infinita. Luego sus ojos volvieron a arder mientras parecían observar su entrepierna a través de la mesa- ¿Quiere que le ayude con eso vecino?- preguntó con voz inocente mientras se abría de piernas y dejaba sus incipientes pechos al descubierto. Se metió debajo de la mesa y comenzó a trajinar allí donde la tensión del hombre era más fuerte, hasta que éste puso los ojos en blanco y se liberó.

“Vaya con la niña” fue su último pensamiento antes de notar el cañón de su escopeta en la ingle.

-No estuvo bien- fueron sus únicas palabras cuando el comisario entró en la cabaña y la encontró semidesnuda bañada en la sangre del joven cazador.

10 may 2009

Star Trek

La nueva película de Star Trek es algo que me tiene intrigada. Nunca he sido demasiado trekkie, pero pienso ir a verla, como homenaje póstumo a mi padre. A él sí que le gustaba. Todo lo relativo al espacio, la ciencia ficción y demás frikadas por el estilo era con lo que más disfrutaba en cuestión literaria y cinéfila. Imagino su cara el primer día que esta superproducción de una de sus series fetiche fuera publicitada. Puedo ver la emoción en sus ojos como si lo tuviera delante y sé que se precipitaría a comprar entradas y nos haría ir a todos el mismo día al cine a disfrutar con él de su afición espacial. Incluso se me ha escapado una pequeña lágrima cuando estos pensamientos han acudido a mi cabeza, aunque no soy muy dada a llorar, al menos por asuntos personales. No me molesta echar alguna lagrimilla con una buena película, pero soy más reservada con lo que atañe a mi corazón.
Sé que, si él hubiera llegado a ver esta adaptación cinematográfica de esta serie, que incluso rescata al capitan Kirk y al mítico Mr. Spock, estaría como un niño con zapatos nuevos el día de reparto de gominolas.
Él ya no puede ir a verla. Me duele que esto sea de este modo, pero es algo que no tiene remedio. Así que, al menos, espero que si la esencia de lo que él era sigue por ahí flotando, pueda verla a través de mis ojos. O, si es cierto que no hay nada después, como aseguraba él mismo, por lo menos yo haré honor a su lado trekkie yendo a verla e, incluso, haré una crítica(aunque espero que los verdaderos trekkies no la lean, o mi seguridad podría verse amenazada, a causa de mi ignorancia sobre el tema).
Valentín no está, Iria irá. Por ti, papá.

6 may 2009

Una pequeña perla

Estambul. Turquía.
Cualquier adjetivo que pueda ahora venir a mi cabeza se quedaría corto comparado con lo que es esa hermosa tierra en realidad. Además de amaneceres mágicos e impresionantes monumentos, naturales o creados por el hombre, encontré en un café del Puente Gálata, llamado Dersaadet, una pequeña perla musical, de nombre Firat Sahverdi. Él y otros dos compañeros, estaban tocando en directo y la sorpresa nos invadió cuando le preguntamos al dueño del local y nos dijo que no eran un grupo sino estudiantes del conservatorio.
"Quizá el año que viene" nos dice sonriendo.
Estos "estudiantes de conservatorio" nos subyugaron de tal modo que nos quedamos hasta que terminaron de tocar y cantar y aún así el espectáculo se nos hizo corto, aunque nos dejó un dulce sabor de boca. Dicen que lo bueno si breve dos veces bueno. En este caso, se cumplió a la perfección.
Además de buen músico, encontramos un chico amable y simpático, que incluso accedió a nuestra petición y nos recomendó su música favorita turca, para ayudarnos en nuestra búsqueda.
En resumen, que no sólo me he traído desde el país de los troyanos una gran impresión de su tierra, sino también de su gente. Y animo a todo el mundo a visitar Turquía sin dudas.



8 abr 2009

Cita Ineludible

-A ti te estaba buscando.

-Aquí me tienes.

La joven miró a los ojos al ser del inframundo con reproche. Sus siluetas se recortaban en el lóbrego páramo, de tierra negra y cielo oscuro, nubes amenazantes y viento seco y frío. Una de las figuras era alta y majestuosa, de porte poderoso, con una negra capa que la cubría completamente, desdibujando sus formas. La otra era diminuta, no llegaba a ser la mitad de la primera. Estaba completamente desnuda, con su piel de alabastro brillando bajo una extraña luz furtiva. Su pelo azabache caía como una cascada por su espalda hasta la cintura, dándole aspecto de sirena inalcanzable.

-¿Por qué lo hiciste?- se leía el dolor y la furia en sus ojos, al igual que en el ligero mohín que hacían sus labios, temblorosos.

-La vida es un ciclo sin final. Nada termina- la voz resonaba, como si mil seres se unieran en uno, para crear un efecto extraño, discordante- Nacer y morir es un mismo camino.

-Déjate de monsergas- reprochó la pequeña figura, dando una patada con sus ínfimos pies descalzos- Puedes decir lo que quieras- la ira irradiaba de cada uno de los poros de su piel- Pero me lo has arrebatado. Exijo una explicación.

-¿Arrebatado?

-Antes él estaba vivo y ahora está muerto - su voz se ahogaba a medida que el nudo que vivía en su pecho desde aquel día fatídico subía hasta su garganta- Podía sentir amor, alegría, ira, dolor... Ahora no siente nada.

-Siente diferente- explicó la voz eterna- Morir no es el fin. Sólo el principio.

-¿Cómo puede ser cuando tú mismo te conviertes en una cáscara vacía?¿Cuando todo aliento de vida desaparece?

-No puedes entenderlo- observó a la muchacha ante sí, casi con pena- Aún no es tu momento de tránsito, así que no tiene sentido explicártelo- suspiró, lo que provocó que una brisa cálida inundara a la pequeña criatura- Está más allá de tu comprensión.

-No- cuadró los hombros- No lo está. Te odio.

-No importa- respondió la voz de ultratumba- Vendrás conmigo cuando sea menester.

-No iré- lloriqueaba como una niña pequeña- No iré porque te odio ¿Me oyes? ¡Te odio!- dio un paso atrás, afianzándose en su posición- Escaparé de ti y tu cometido estará inacabado porque tú me lo arrebataste y ahora ni siquiera quieres decirme por qué.

-No tiene sentido- repitió cansadamente- No puedes comprenderlo.

-¡Era mi padre!- las lágrimas corrían ahora libremente- Te lo llevaste y aún no era su hora. Era demasiado joven.

-Era su momento.

-¡No lo era!- cayó de rodillas hundiendo la cabeza- ¡Aún lo necesitaba! Él no estaba preparado para irse y yo no lo estaba para su partida- miró llorosa a la Muerte- Lo tienes aquí, en algún sitio de este páramo oscuro ¿Cómo puede estar bien?

-Él no está aquí- fue la corta respuesta.

-¿No?- se levantó poco a poco y se limpió las lágrimas con el antebrazo, lleno ahora de polvo- ¿Y donde está?

-Las almas no vienen aquí- señaló a su alrededor- Esto está en tu mente, es la concepción de mí que mora en tu interior- un resplandor verde bajo su capucha hizo un guiño divertido al observar su ropa- La verdad, no sabía que era tan tétrica.

-Eres la Muerte- respondió ella, desconcertada- Tú eres así. Eso dicen.

-Os enseñan a temerme porque creéis que soy el fin de la vida- repuso- Pero no es así. Sólo soy una mensajera. Cojo el paquete en vuestra dimensión y la traigo al sitio correcto. Eso es todo.

-Pero, entonces...- se detuvo, pensativa- Quiero saber ¿Dónde está?¿Está bien?

-Todas las almas vienen del mismo sitio y, al morir, vuelven a su hogar- miró curiosa la guadaña que sujetaba- ¿Por qué llevo este artilugio?

-Se supone que con él siegas las vidas de aquellos que vienes a buscar- replicó enfurruñada la muchacha- Prosigue- exigió- ¿Dónde está mi padre?

-Qué curioso- observó unos segundos más su atuendo actual. Después se volvió a la diminuta chica- Él está allí ahora. Forma parte del Uno, el Caldero Original, de donde nacen todas y cada una de las almas de vuestra dimensión, sean humanas, animales, vegetales... o de otra índole- agitó una de sus manos, produciendo un extraño sonido- Huesos... Vaya, tengo que hacer algo con esta imagen- la miró de nuevo- Si se pudiera expresar con términos humanos, podría decirse que es feliz. Tu dolor sólo está producido por la sensación de pérdida lo que es, en sí, bastante egoísta- le dio un ligero toque en uno de sus hombros- Él está mucho mejor ahora. Hasta creo que tú ya lo sabías.

-¿Qué quieres decir?- replicó la muchacha, inclinándose hacia la Muerte.

-¿Te has fijado en el color de mis ojos?- respondió con un ligero temblor de sonrisa en su resonante voz- Son verdes. Es todo creación tuya y, en tu mundo, es el color de la esperanza ¿No te parece curioso que sea lo más brillante en este lugar que has imaginado?- la chica pareció pensarlo desconcertada- Y tú estás desnuda- vio el intento de taparse cuando se dio cuenta de lo cierto de esa afirmación- Te muestras ante mí tal y como eres. En realidad, no te doy miedo, sólo respeto. Eso lo deduzco del tamaño que tenemos cada una.

-No te comprendo- se defendió, frunciendo los labios- No entiendo por qué haces lo que haces.

-Alguien tiene que hacerlo- repuso encogiéndose de hombros.

-¿Cómo es el lugar al que te lo has llevado?

La Muerte sabía que el proyecto de mujer que se alzaba ante ella ya había asumido el cambio de estado de su padre. No era por eso que rogaba. Quería saber cual sería su propio destino. La observó unos instantes y apoyó su mano en el tembloroso hombro de la menuda criatura.

-Es un sitio muy diferente a éste- miró a su alrededor un segundo y posó de nuevo sus ojos esmeralda en ella- No te puedo decir exactamente cómo, pues cada alma lo percibe de manera distinta. Para mí, es un firmamento luminoso y cada estrella es una de las almas que he ayudado a volver a su hogar- se detuvo, meditabunda.

-¿Para todos es igual?- inquirió- Quiero decir ¿para los buenos y para los malos?

-El bien y el mal son sólo una ilusión- respondió- Pero se puede decir que no. Los que tú llamas “malos” no son recibidos con agrado, pues su alma no es pura, y deben volver una y otra vez para redimirse.

-¿Así que es mejor ser bueno?

-Si has de hacer el bien a alguien- replicó- es mejor hacerlo con el bien como fin en sí mismo. Puedes pensar que estás obrando correctamente y no estar en lo cierto.

-Entonces ¿cómo...?

-No- la interrumpió- Ya conoces la respuesta a aquello que querías saber. Seguir con este interrogatorio sería una explicación del sentido de la vida y podría llevarnos milenios- le rozó la frente- Ahora volverás allí donde perteneces. Recuerda esto: la vida tal y como la concibes sólo puedes vivirla una vez. Aunque tu alma volviera sería diferente. Así que aprovecha tu tiempo, pues será el único que recuerdes antes de volver a verme.

-¿Cuándo será?- inquirió finalmente.

-Eso no puedo revelártelo- se quitó la capucha y, ante los anonadados ojos de la muchacha, menguó hasta ponerse a su altura. Tenía el cabello oscuro largo hasta la cintura y piel de alabastro. Era como mirarse en un espejo. Pero sus ojos seguían siendo verdes- Le quitaría emoción ¿no te parece?- acercó su cara espectral a la de su interlocutora y la besó con ternura en la mejilla.

-¿Estás bien?

El joven observaba a la muchacha, preocupado, y suspiró con satisfacción cuando ella por fin lo miró con sus ojos castaños.

-Sí- respondió, aún amodorrada.

-¿Qué haces durmiendo en el cementerio?¿Eres de una de esas sectas raras?- la miró aprensivo- Parecías muerta...

-Lo estaba- dijo llanamente- Pero he vuelto- miró la lápida a su espalda- Tenía que hacer las paces para poder seguir adelante.

-Entiendo- sonrió- ¿Y lo has conseguido?

-Sí.

-En ese caso, creo que deberías tomar un café caliente. Estás helada- pasó el brazo alrededor de sus hombros, apretándola contra sí- Soy Óscar.

Sus ojos se encontraron, diciéndose aquello de lo que aún no eran conscientes. Oyó un susurro en su oído, como de mil seres unidos en uno “Aprovecha la vida”. Sonrió.

-Yo soy Eva.