EXTRAÑOS CORTOS RELATOS

El blog recopilatorio de las idas de pinza de Mortfan1

23 mar 2009

Elderan(II)

Engalanado con mis mejores ropajes me presenté ante el rey, dispuesto a lo peor. Y si aún mantenía las apariencias era por temor. Desde luego, él sabe tan bien como yo que el trono es legítimamente mío, pero también que no cumpliré la mayoría de edad hasta el día de mi milésimo cumpleaños, que por desgracia aún no ha llegado. Ése será el momento de reclamar mi trono y sólo espero no tener que declarar la guerra en este hermoso reino, a causa del ansia de poder de mi tío, ladrón experimentado. Temo que, ante acciones más directas, decida tomar represalias contra mí. Temo morir, y que el trabajo de mi madre quede inconcluso. Pues no pretendo tomar mi lugar como legítimo rey, sino buscar una candidata mejor que yo, que sólo me preocupo por mi estudio. Sé que soy egoísta a ese respecto y que no sería un buen rey. Deseo encontrar una reina digna de serlo. Y ha de ser hembra, pues pienso que las mujeres vuelcan todo su ser en aquello que han de cuidar. O, por lo menos, mi madre lo hizo.
Decía, pues, que me presenté ante Glurg, el usurpador, e hice una pequeña reverencia ante él.
-“Majestad”- la odiada palabra salió de mi boca dañándome, incluso, físicamente- “¿Puedo saber para qué requeríais mi presencia?”
-“Elderan”- pareció saborear mi nombre, con placer casi palpable- “No sabes, muchacho, cuanto me alegro de verte”- hizo una pequeña pausa y puso su repulsiva mano sobre mi hombro-“Tengo que hacer un anuncio al pueblo y es mi deseo que me acompañes, en este momento crucial”
-“¿Por qué crucial, tío?”- Tío. Nunca había sentido tanto desprecio por un título familiar como en ese momento. Pero bien sé que gusta de recordarme que el trono bien pudiera ser legítimamente suyo, si me aconteciera algún percance. Levanté mis ojos lentamente, aún sin llegar a mirar su cara.
-“No quiero adelantar acontecimientos, sobrino”- rió quedamente, mostrando los amarillentos y afilados dientes, con coquetería- “Vamos a la terraza principal”- pasó su brazo sobre mis hombros y me acercó a él, apenas unos milímetros, suficiente para que su hedor llenara mis orificios nasales, impregnando mi cerebro con él- “El pueblo nos espera”
Nos dirigimos con parsimonia a la terraza, aún abrazados de tal modo, expresando falsedad por todos los poros de nuestro cuerpo. Él por iniciar el contacto, yo por aceptarlo. Atravesamos el salón del trono hasta llegar a una cortina, del color del cobre, y Glurg la rozó con sus dedos mientras volvía su rostro hacia mí y sonreía, goloso, como si estuviera a punto de degustar el mejor banquete de la historia.
-“¿Estás listo?”- preguntó haciendo un gesto afirmativo con la cabeza, como instándome inconscientemente a que esa fuera mi respuesta.
-“Vamos, tío, me estás intrigando”- respondí con sequedad. Me enojó su actitud más que ninguna otra cosa, hasta ese momento. Semejaba una pequeña hada que acaba de encontrar un montón de caramelos abandonados en medio del bosque. Risueño y feliz. Eso me extrañó, pues Glurg nunca había presumido de ser feliz, desde el momento en que llegó a Leyva.
-“Muy bien, muchacho, vamos allá”- apartó la gasa con gesto teatral y ambos salimos juntos al sol del mediodía.
Todo el pueblo estaba reunido bajo nosotros. Elfos, hadas, duendes... así como los animales. Cada criatura natural del bosque tenía al menos un representante como testigo de lo que estaba a punto de ocurrir. Al menos un emisario de las cinco comunidades que componían el reino de Leyva se encontraba entre la multitud, dispuesto a escuchar lo que el monarca supremo tenía que anunciar.
Su usurpadora majestad se había encargado de ello, con prístina eficacia. Me soltó, por fin, alzando ambos brazos hacia los seres reunidos, como queriendo abarcarlos, pero alejándolos de sí, en realidad.
-“Querido pueblo de Leyva”- su mentirosa majestad se dirigió a la multitud, con displicencia- “Tengo una proclama que anunciaros”- se volvió hacia mí y me tomó por el codo, bruscamente-“Todos conocéis a mi sobrino, Elderan”- un murmullo se oyó por toda la zona- “Está a punto de hacer su mayoría de edad y, con ello, asumir sus responsabilidades en este nuestro mundo”- hizo una pausa para tragar saliva y señaló al cielo, con el brazo derecho extendido, mientras con el otro ejercía presión sobre mi brazo- “Pero ¿qué significa la mayoría de edad? Debemos tener en cuenta las costumbres ancestrales, buenos modos que nuestros antecesores nos legaron, herencia de los mismos dioses”- bajó el brazo para señalar al pueblo, con gesto posesivo-“Ahora estáis bajo mi tutela... pero no siempre será así. Un día mi reinado llegará a su ocaso y el de Elderan, el príncipe de Leyva, comenzará, en un ciclo tan antiguo como el del sol”-sonrió, paladeando lo que iba a decir a continuación-“Pero no antes de estar preparados, pues no podemos arriesgarnos a que el hermoso reino de Leyva perezca, como las flores se marchitan en invierno con las primeras nieves. Así pues, para asegurar la experiencia de nuestro amado príncipe he decidido restaurar una antigua costumbre, derogada por la anterior gobernante, en su ignorancia”- ¿Ignorancia?¿Ylenia? Tuve que contenerme duramente para proseguir con el semblante serio, observando a este nuestro rey, desposeedor de toda esperanza de redención. ¿Acaso el reino podría ir peor que estando él al cargo?- “Voy a restablecer el antiguo rito de mayoría de edad, en que un príncipe la alcanza, así como su derecho a gobernar, no al cumplimiento de sus mil años, sino cuando ha llevado a cabo una prueba elegida por el consejo”- No podía creer lo que estaba oyendo. Era una costumbre cruel, sólo necesaria eones atrás, cuando había cientos de pretendientes al trono, debido a la poligamia que se practicaba en las familias reales. Pero hacía tiempo que la monogamia se había impuesto, al menos de forma general, por propia votación popular, y el trono lo heredaba el hijo mayor. En caso de no desearlo, o de que alguno de sus hermanos quisiera el trono o el pueblo pensara que estaba más dotado que el heredero principal, se llevaba a cabo la prueba. Sólo en esas circunstancias y no otra. Circunstancias que no se habían dado desde hacía milenios. Cuando el monarca anterior a su madre falleció sin descendencia masculina, supuso un problema que los habitantes de Leyva aceptaran a una hembra en el cargo. Pero Ylenia había sido tal reina que, no sólo se abolió, tanto popular como políticamente, la ley que proclamaba la hegemonía del hijo sobre la hija real, sino que todas las hembras se beneficiaron pasando a ocupar un mejor puesto en la sociedad, con múltiples derechos, antes inexistentes. Gracias a Glurg, habían avanzado hacia el pasado en vez de hacia delante, y las hembras empezaban a ver sus apenas recién estrenados privilegios mil setecientos años atrás, derogados poco a poco, volviendo al antiguo modo de vida. Éste era el último golpe de gracia, el golpe con el que Glurg, antes Golarun, intentaba destruirme y asumir el poder absoluto- “Como hace quinientos años que el consejo no existe”- qué oportuno omitir que había sido él quién lo había clausurado-“yo mismo me encargaré de elegir la prueba. Y decreto, en este momento y en este día, que Elderan, hijo de Ylenia, nieto de Aldelun, príncipe de Leyva”- me miró jocoso- “ha de conseguir, antes del día en que cumpla mil años, el fruto prohibido de Terennya, con los poderes curativos del cual nuestro reino vivirá eternamente."

2 comentarios:

Reithor dijo...

Ole, bonito cuento. El principio de este capítulo es un poco confuso y denso, igual con algún retoque se aligera. La última parte coge buen ritmo y está bien los interdictos (o como se diga) de lo que piensa elderan mientras gollum pronuncia su discurso. (si, he puesto gollum a posta, el nombre se parece mucho al del famoso personaje :D )

Mucha longevidad por aquí, los años parecen horas...

Ale, a seguir adelante :)

mortfan dijo...

Muchas gracias, tomo nota de tu crítica. Te prometo que lo del nombre no lo hice a propósito, pero teniendo en cuenta el carácter del personaje, le queda bien y todo. Además, igual que los orcos, pobre Gollum, a mí me da pena... ;D
Un biquiño ;*