EXTRAÑOS CORTOS RELATOS

El blog recopilatorio de las idas de pinza de Mortfan1

19 mar 2009

Elderan (I)

"Una brisa alborota mis rizos de obsidiana mientras leo con atención el pergamino. Observo con reproche al viento, cargado de sensaciones ajenas, que me distrae de aquello que traigo entre manos y éste, tal como respuesta a mi mirada, ulula divertido, con énfasis natural.
Me levanto despacio, apoyando mi mano en el tronco que me servía de respaldo y casi me doy de bruces con una criatura diminuta, de alas incansables y vocecilla estridente.

-Glurg te está buscando- dice enojada- Llevo todo el día detrás tuyo ¿Se puede saber dónde te metes?- me señala con su pequeño índice y frunce las cejas, gesto apenas visible, demostrando así su enfado.

-He estado aquí todo el tiempo- respondo con parsimonia- Si no sale de ti misma venir hasta el lago cuando no me encuentras, no me eches a mí la culpa- le resto importancia al hecho, con un giro elegante de la mano- Sabes que siempre vengo a la ribera a pensar.

-Pensar- escupe con desprecio- En vez de intentar amueblar tu cabeza tanto vete a arreglarte para ver a su majestad.

-Su majestad puede esperar- ahora me toca a mí levantar una ceja, sólo una, y observarla con desconfianza- ¿A qué viene tanta ceremonia? Hace un segundo era Glurg y ahora "Su majestad"...

-Creo que no es malo recordártelo de vez en cuando- me espeta, subiendo la voz una octava, con lo que se hace casi inaudible- Vete de una vez- vuelve su brazo extendido con fuerza hacia la dirección por la que acaba de aparecer.

Suspiro, contrariado, y me dirijo al castillo.
Mi único deseo era ser un erudito. Tener mi propia biblioteca, atestada de libros, en pergamino y códice, incluso papiro, una mesa y una silla para poder estudiar y, quizá, una pequeña chimenea para calentarme en los fríos y húmedos inviernos del bosque de Leyva.Pero mi mala fortuna hizo que naciera príncipe.

Mi madre controlaba el bosque entero con su poder benéfico. Tal era su sabiduría y buen hacer que los habitantes de este sitio que llamamos hogar la nombraron reina. Pasó mucho tiempo, años, siglos... y su majestad se encargó de regir el bosque con amor y firmeza. Todo el pueblo estaba contento, pues no podían imaginar mejor criatura de poder que la reina Ylenia.

He de admitir que era hermosa, cosa que no era difícil, dada su naturaleza mágica, pues su aspecto y salud se definían por cómo cuidaba de aquello que le había sido encomendado y esto era algo que hacía con gran éxito. Estaba poblada por los colores del otoño, con su pelo rojo y su piel aceitunada. Tenía los ojos gris azulados, como el lago que tanto adoro. Su voz era como el sonido del viento si estaba triste, como el canto de los pájaros si estaba alegre, como el trueno si se enojaba. Y su andar recordaba a las hojas arrastrándose por el bosque, casi amorosamente. Cada vez que pienso en ella un aroma, similar al musgo húmedo calentado por el sol, invade mis recuerdos y una ternura infinita mi corazón.
Recuerdo cómo salíamos a pasear y me enseñaba la naturaleza en estado puro, cómo bebíamos el rocío, cómo merendábamos dulces frutos caídos del árbol. Con una sonrisa y una caricia me hacía olvidar todas mis dudas, todos mis problemas.

Y entonces llegó él. Era apuesto en aquel entonces. Ylenia dijo que era mi tío, hermano de aquél que me engendró en su cuerpo, para después desaparecer sin dejar rastro.
Tenía unos hermosos rizos negros, al igual que mi padre, al igual que yo. Aunque ahí terminaba el parecido. Sus ojos eran de color esmeralda vivo, brillantes y sus labios gruesos, llenos, demasiado para mi gusto. Yo, sin embargo, los tengo igual que mi padre, eso decía Ylenia, de color dorado, al igual que los lobos que migran cada año a través de este territorio.
Poco a poco se introdujo en nuestra vida hasta que, poco a poco, consiguió que la reina que tanto bien había hecho, se deteriorara hasta el punto de que su pelo se volvió del color del barro, sus ojos gris oscuro, como las nubes de tormenta y su tez amarillenta, como el pergamino antiguo. Se marchitó como una flor en invierno y en el verano siguiente no pudo recuperar su lozanía. Sucumbió, al tiempo que el reino.
Y Golarun se hizo cargo, pues yo aún era muy joven para ello. Y sus rizos dejaron de ser negros como la noche para ser blancos y ralos. Sus ojos dejaron de ser verdes como las hojas y pasaron a ser rojos, como la sangre. Pero él no sucumbió, al igual que mi madre. No, él no había puesto su corazón en el bosque y su alma retorcida se intrincó cada vez más y más hasta límites más allá del control de todo ser natural. Y su nombre se tornó en Glurg y era como un vómito en sí mismo."

4 comentarios:

Reithor dijo...

¡Buenas! Aquí ando, con ganas de leer Eldoran (II) pronto :) que aquí aparece bastante gente y a ver como se las apañan en la continuación.

Un saludo

mortfan dijo...

Paciencia, paciencia. Va viniendo poco a poco. Un bico.

Daniel Hermosel Murcia dijo...

¿Pero cómo de poco a poco? y ¿cuántos capítulos? Es que nos pones la miel en los labios maja :p

mortfan dijo...

Según se me vaya ocurriendo. Son trozos de un libro que estoy escribiendo, bastante más elaborado que el que ya he hecho. Son la narración de los hechos en primera persona, en el libro se entremezclan con los detalles en tercera persona. De momento sólo tengo 9 páginas, así que poco a poco.
Me alegra que os guste ;D